Nada como aquel café con leche que me preparaba mi madre todas las mañanas. Hervía la leche con una pizca de sal, cuando iba subiendo, la quitaba del fogón y la dejaba reposar. Entonces le echaba el café espumoso con el azúcar incorporada. Nunca he probado un café con leche como el de mi madre. El pan lo ponía en una vieja tostadora que solamente ella sabía manejar y le ponía mantequilla…y daba gusto mojar ese pan en ese café con leche calientico y espumoso.
A la hora de almuerzo, en mi era obligatorio tomar sopa o potaje (casa de asturianos), carne y ensalada, o pescado. Por la noche tortilla de papas, bistec, vegetales y SOPA OTRA VEZ.
Los domingos arroz con pollo, plátanos fritos y ensalada de lechuga y tomate.
Martha
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