20 oct 2012


María Antonieta Collins

DE MUJER

MARÍA ANTONIETA COLLINS: Me ‘hackearon’ el ‘e-mail’


Desde muy temprano me llamó la atención una actividad muy intensa en mi teléfono celular que me avisaba de la llegada de un número inusual de correos electrónicos. Pero lo que más me llamó la atención fueron las llamada de amistades que a tempranísima hora preguntaban: “¿Estás bien?”
Finalmente, me despertó la voz de un viejo conocido que me llamaba desde París: “Dime en qué parte de Londres estás. Le estoy pidiendo a alguien de mi oficina ahí que te lleve dinero y todo lo que necesites. Te puedo dar el alcance en unas horas si es algo más complicado, tú sabes que siempre cuentas conmigo”.
El fue quien corroboró la más terrible de mis sospechas: que un hacker, es decir, un asaltante cibernético, había entrado al correo electrónico que aparece en estas páginas.
Ahí comenzó el martirio. ¿Qué hacer? El hecho de ser una persona pública no me da garantías, ni sapiencia, ni me protege de que suceda algo malo. Hablando claro, no sabía qué hacer. Jovana, mi asistente, de inmediato contactó al servidor de Yahoo y ofrecieron lo único factible: pedir que nos restituyeran uno de los mayores daños: se habían llevado todos mis contactos.
“Ese es hoy en día el robo más común”, me dijo el experto cibernético Vicente Pimienta, sin poder aliviar mi desconsuelo. “El riesgo mayor ocurre con todos los servidores que son gratis. El problema es que son públicos y ninguno de los usuarios cree que pueda sucederle algo, y se descuida”.
Pimienta me dijo algo más que también puede servirle a cualquiera. “El tipo de virus que permite este robo se contrae fácilmente cuando se usan sitios de internet inalámbrica WiFi en cafeterías, aeropuertos y hoteles”.
No me hizo falta mucho más para saber que yo tenía el perfil perfecto.
Entretanto, mi amigo y maquillista Catriel Leiras hizo de las suyas, se puso en contacto con loshackers, y éstos le respondieron –por supuesto a mi nombre– con instrucciones para enviarles casi $2,000 a una dirección en Londres.
Catriel les dijo que ya habíamos descubierto su fraude. Nuestra investigación nos había llevado hasta Lagos, Nigeria. “Es lo típico en este tipo de delitos”, me explicó el experto Pimienta. “Nigeria es uno de esos países ‘burbuja’ donde no hay leyes en ese sentido y, peor aún, donde no hay nada que hacer”.
Cuando le cuento que mi amigo Leiras les escribió a los hackers diciéndoles que el FBI ya les seguía la pista, me responde: “En Nigeria deben haber soltado tremendas carcajadas. El FBI no tiene jurisdicción en ninguno de esos países y ellos lo saben muy bien”.
Me sentí inmensamente desvalida. No podía hacer nada. Acaso solo escribir estas líneas para hacerle saber a usted que soy víctima de un robo cibernético, y también para agradecer a los generosos que me llamaron ofreciendo su ayuda pensando que estaba en apuros.• 
Coordinador: Luis E. Palacios, Diseño: Aurora Arrue, Colaboradores: María Antonieta Collins, Dra. Arbona, Colombia Páez, Malena Marchán, Simone Cavalletti, Dr. Miguel Garber, Giuliana Nanetti, Giovanna Huyke
mariaantonietacollins@yahoo.com

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