Los culpables del déficit (y su solución) Benjamín F. DeYurre
Afortunadamente ya se llegó a un acuerdo bipartidista para abrir nuevamente las operaciones gubernamentales y elevar otra vez el techo de la deuda hasta el 7 de febrero del 2014. Aunque desde el año 1972 se han efectuado 17 cierres de gobiernos previos y desde 1962 se ha elevado el techo de la deuda 74 veces, estas dos variables se han tomado últimamente como medidas coercitivas para ejercer presión política, sin importar la erosión que se causa a la capacidad crediticia del país y las consecuencias evidentes en el acontecer nacional. |
Ya en el 2011 la calificadora de riesgos S&P disminuyó el rating de crédito de Estados Unidos de AAA a AA+. Aunque esto supone un pago mensual de intereses mayor, la confianza del inversionista no se deterioró ya que la demanda de bonos a 10 años y con rendimiento de 2.34% no decreció. Esto significa que la compra de bonos norteamericanos sigue siendo una garantía para el inversionista ya que en EEUU resulta absurdo pensar en la posibilidad de desconocer la deuda pública, como en efecto ha ocurrido en otros países, por ejemplo, Cuba en 1959.
Los recientes cierres temporales del gobierno, así como las dudas infundadas respecto a subir el límite de la deuda, no hacen sino socavar la confianza en los compradores. Y esto, desde luego, al afectar los ingresos de la nación, desestabiliza su presupuesto. Ese mismo presupuesto, que hasta hace solo doce años tenía superávit, se ha deteriorado, entre otros, por los siguientes factores:
Las guerras de Afganistán e Irak, que significaron altos costos presupuestales. Esto se complementa con los costos de atención médica a los soldados discapacitados, cuyo cuidado es permanente y representó, al menos, el 15% del déficit del 2012. El costo de esas guerras fue monumental porque los contratistas del Pentágono lograron prebendas extraordinarias debido a que el gobierno les pagaba por encima del precio real del mercado. Todavía se recuerda el contrato sin licitación que logró Halliburton por $7,000 millones al comienzo de la guerra de Irak.
Las rebajas de impuestos propuestas por Bush y respaldadas por Alan Greenspan en el 2001, son responsables de una quinta parte del déficit presupuestario del 2012. Y esta rebaja de impuestos fue aplicada especialmente a la clase alta con el propósito de que dedicaran más recursos a crear empleos en lugar de seguir comprando propiedades. Sin embargo, no se logró este efecto y por el contrario, se aumentó el desempleo hasta llegar a la recesión del 2008.
Los costos de medicinas cobrados al Medicare conformaron una parte importante del déficit presupuestario. Existe una disposición de la ley estableciendo que el gobierno no puede negociar los precios de los medicamentos con la industria farmacéutica. Esto no es más que un aspecto favorecedor para esta industria, en detrimento del presupuesto nacional.
Debemos encontrar una fórmula que nos permita volver a estimular la economía, sin pretender hacer milagros a corto plazo. Todos queremos que se reduzca el déficit fiscal ahora mismo; sin embargo, podemos empezar con una estrategia cuyos resultados se han verificado antes. Esta estrategia conocida como "el multiplicador de presupuesto equilibrado" consiste en aumentar los impuestos y el gasto al mismo tiempo, de manera tal que el porcentaje de déficit sea el mismo. Si los aumentos de impuestos y gastos son elegidos inteligentemente, el producto interno bruto (PIB) pudiera triplicar el aumento del gasto.
El déficit permanecerá igual tres años pero la deuda del país se reducirá en cinco. Desde luego, la aplicación de esta estrategia tiene su técnica. Aumentar los impuestos a los muy adinerados reduce el gasto en un 80%. Rebajárselos a los pobres lo aumenta en un 100%. Esto significa que los adinerados invertirían un 80% menos y los pobres los gastarían todo, hasta el último centavo.
Lógicamente, al aumentar el consumo de los pobres, también aumentará la demanda de bienes y servicios. Entonces los adinerados volverán a invertir con el propósito de satisfacer esa demanda.
Como vemos, la estrategia puede resultar exitosa. Lo cierto es que el problema de la deuda debe atenderse para evitar llegar al caso japonés, donde la deuda es de 1 trillón de yenes, superando en 250% su PIB. Nosotros, aún, estamos casi a la par.
Economista y periodista.
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JEWEL SAMAD / AFP / Getty Images Un grupo de personas cruza una calle en el downtown de Washington el jueves pasado, un día después que se aprobó una medida bipartidista para reabrir el gobierno y subir el techo de la deuda. |
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