26 nov 2013

JORGE GASTON: Empleadores vs. empleados




A veces me asombra como cambian las cosas con el tiempo. En nuestra comunidad la relación empleador-empleado ha sufrido un golpetazo tremendo y para desgracia del segundo.
Recuerdo aquellos tiempos en que el empleador se preocupaba por que sus buenos empleados permanecieran en la nómina el mayor tiempo posible. Además de los ascensos, aumentos de salarios, vacaciones pagadas, planes de salud, bonos de Navidad, etc.
Tengo la costumbre de saludar a los cajeros cada vez que visito el banco. Me extrañaba el hecho de que casi siempre había caras nuevas. Un día le pregunté a uno de ellos por qué era eso y me dice que eran part timers, no empleados fijos. Me dice que los contratan por un tiempo corto; no hay beneficios de ningún tipo; a veces por unos meses y en cualquier momento y sin motivo alguno lo dejan fuera... No hay sindicato que los proteja.
Claro, hay que decir que en tiempos atrás, había cierta estabilidad y lealtad por parte de las empresas, el trabajador buscaba minuciosamente el lugar ideal que deseaba, de acuerdo con sus conocimientos y experiencia, planificando una larga permanencia en el mismo, incluso hasta su retiro.
Como dije antes, hoy en día, con muy pocas excepciones, todo eso ha cambiado. Muchos empleadores se han tornado ambiciosos en forma desmedida, desesperados por obtener más y más ganancias, y así, ayudado por un ejército de cabilderos y políticos complacientes, han logrado aprobar leyes laborales que los favorecen en detrimento del simple trabajador.
Debido al enorme desempleo, el mercado laboral está a favor de los empleadores y eso les da fuerza y estimula, con el respaldo de las nuevas leyes laborales, a ser cada vez más exigentes y explotar más al trabajador.
En muchas empresas los sindicatos están vedados.
Se acabaron las vacaciones pagadas, los seguros, el tiempo extra, etc., y “si no te gusta, pues para la calle” y a contratar a otro a “tiempo partido”. Realmente al que estan partiendo es al trabajador. Y en el caso de los bancos, muy eufóricos porque ven aumentadas sus ganancias, y así lo reflejan sus balances.
Grandes empresas han optado con más frecuencia por el reemplazo de su personal permanente por los temporales que reclutan a través de agencias privadas y oficiales.
Sus principales motivaciones radican en que ofrecerán salarios bajos, sin beneficio alguno y la más favorable (o favorita), que podrán hacer despidos a su antojo.
Eso explica, entre otras cosas, las deficiencias reiteradas en la prestación de servicios de esos empleados, tanto en el sector administrativo como en el productivo; en la mayoría de los casos se encuentran en períodos de aprendizaje e, irónicamente, cuando ha pasado un tiempo y dominan el trabajo, les informan que ha habido una reestructuración administrativa o de otra índole y tienen que prescindir de sus servicios.
Tal situación se repite en infinidad de empresas y centros de trabajo del país. En nuestro estado el fenómeno se acentúa por su condición de estado at will. Quiere decir que se permite a los empleadores despedir a cualquier trabajador con razón o sin ella, sin derecho a reclamar por parte del empleado.
Existen muy pocos estados en el país donde no se esté aplicando esa condición o prerrogativa tan inhumana al trabajador.
Si bien la ley establece que ha de servir tanto al empleador como al empleado, en la práctica este último siempre lleva las de perder.
Todo esto es degradante y tiene aspectos hasta inconstitucionales; merece ser revisada o mejor aún eliminada.
En este aspecto nuestros legisladores son los únicos que tienen la palabra. Ellos la crearon, ellos deben eliminarla. Piensen más en los que crean las riquezas de este gran país y denle un mejor trato.
Hay que admitir que ha desaparecido la lealtad en la mayoría de los empleadores, es una triste y cruda realidad. Además, continúa la práctica de emplear a un trabajador y endilgarle el trabajo de dos o más, ofreciéndoles salarios bajos que no se corresponden con las tareas que realizan y las responsabilidades que asumen.
Hay “expertos economistas” que cuestionan los aumentos de salarios mínimos y aseguran que el aumento mata empleos.
Con todo respeto discuto ese criterio y opino que con más dinero en sus bolsillos, el trabajador hará más compras e inversiones, redundando ello en un mejoramiento de la calidad de su vida a la vez que en un aumento del ritmo de producción y de servicios, provocando la necesidad a corto y mediano plazo, de estimular nuevas contrataciones de trabajadores.
El resultado final será positivo para la economía en general, que es definitiva lo que todos deseamos.
jgastonsilva@yahoo.com

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