Por Elsa I. Pardo
Publicado el lunes, 01.06.14 en el Nuevo Herald
Publicado el lunes, 01.06.14 en el Nuevo Herald
El estado de la Florida tiene una de las mayores poblaciones de personas mayores y nosotros los más jóvenes queremos a nuestros padres y familiares y durante esa edad de oro, nos preocupamos por su salud y bienestar. Pero cuando se enferman y se hospitalizan, es cuando más necesitan de nosotros.
Cuando un ser querido necesita hospitalización, es muy importante la comunicación entre el familiar, el médico y el personal médico. Muchas personas creen que por el solo hecho de que el enfermo esté hospitalizado, ya está en buenas manos y no hace falta más nada. La realidad es que en los hospitales hay muchos pacientes, cada uno tiene necesidades únicas y específicas, medicinas y otras recetas nuevas durante su estadía en el hospital, y esos cambios de medicina y de lugar producen cambios físicos y de comportamiento en el paciente.
La visita y observación de cerca de un familiar es muy valiosa, porque uno se puede dar cuenta de algunos problemas, reacciones o efectos sorpresivos e inesperados, determinantes en la salud del paciente, en ausencia del médico, enfermera o asistente, asignados al paciente en cada piso. Por lo general, ellos pasan a ver al paciente para darle la medicina, aerosol o tomarle la presión cada cierto tiempo, dependiendo del medicamento y necesidad de cada paciente.
Cuando los pacientes están en una cama necesitan asistencia continua y no pueden tener una enfermera o asistente al lado las 24 horas. Además, pudieran estar atendiendo a otros pacientes en el momento que más lo necesitan. Y algunos pacientes no están alertas ni en buenas condiciones físicas o mentales para expresar lo que sienten o desean y sus seres queridos sí los entienden. Es decir, la presencia de un familiar ayuda mucho al paciente y al personal médico en el cuidado y atención médica del paciente.
Acompañarlo, tocarlo, besarlo y el calor humano que transmite un familiar es agradable, produce energía y da fortaleza a nuestro ser querido.
Elsa I. Pardo
Miami
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